La parcela donde se iba a implantar la vivienda presentaba unas condiciones ideales en cuanto a soleamiento, orientación, edificación colindante, etc, que facilitarían la obtención de la Certificación Passivhaus, objetivo primordial de los clientes. Otro condicionante importante para los promotores era la privacidad de los espacios interiores, ya que deseaban una vivienda en una única planta y las viviendas que se situaban alrededor eran de mayor altura.
El proyecto planteó un patio central sobre el que volcarían todos los espacios privados de la vivienda. El patio permitía las vistas cruzadas entre los diferentes espacios de la vivienda, aseguraba la privacidad de los mismos respecto a las edificaciones colindantes, suponía en sí, un espacio térmicamente protegido que facilitaba el refrescamiento pasivo de la vivienda y la ventilación cruzada.
La vivienda, en sus fachadas, se ciega en todas las orientaciones excepto en el sur, para permitir el soleamiento en invierno y para abrirse a un paseo ajardinado que linda con la parcela en este punto. Para evitar las ganancias solares en verano se proyecto una pérgola de lamas orientables y retráctiles, para poder hacer del jardín una extensión del espacio interior.
El diseño de esta vivienda rompe con los falsos mitos de los edificios Passivhaus en clima Mediterráneo ya que presenta grandes superficies acristaladas, incluso a sur, y cumple con el estándar de construcción Passivhaus, presentando resultados de alta eficiencia energética.
El interiorismo que se planteó, por expreso deseo de los promotores, sigue los propios de la Arquitectura Mediterránea, mezclada con aires nórdicos en algunos detalles. Son espacios sobrios, funcionales, acogedores, luminosos y confortables.